Hace años, por ahí del 2010, unos amigos y yo emprendimos un viaje de 3 días a Acapulco. En esos tiempos yo estaba en el closet más guardado que un abrigo que utilizas una vez cada 10 años, sin embargo utilizando una app de aquella época conocí un tipo bastante guapetón, acapulqueño de nacimiento, moreno, luego se le veía lo cogelón que era. Le conté como estaba mi situación y acepto a “coincidir” en el lugar al que yo iría con mis amigos.
Por mensaje le dije que lo veía en el baño y rápido lo ubiqué.
Sin más preámbulos le agarré el paquete, me dio vuelta y me dio unos tallones de verga sobre la ropa, temiendo que alguien entrara y nos viera.
Eso se repitió en unas 3 o 4 veces más, la adrenalina de sentirse descubiertos era lo que más nos movía, desde ahí supe que ese cabrón era tal y como yo lo quería, bueno para la cogedera.
Le perdí la pista unos años, cambió de cel, cambié de cel. En el 2016 volví a Acapulco, cree mi cuenta en otra aplicación para ver si lo encontraba de casualidad y tal que sí. Nos encontramos. Yo ya fuera del closet, él también. Igual de guapo, cara de chacal, chaparrón, moreno, brazos fuertes. Le escribí pero se freseó, se hizo como que no sabía quién era, y decidí mandarlo al carajo.
Por la noche, salí a un antro gay y ahí lo encontré, se me quedo viendo, lo saludé con la mirada y nomás.
Al pasar de la noche coincidimos en el baño, me volvió a tallar el pito, lo jale a un cuarto oscuro improvisado que había en el lugar y así sin más nos dimos un tremendo faje que terminó cogiéndome con todas las de la ley, algo que habíamos dejado pendiente hace años se consumó en menos de 10 minutos.
Intercambiamos celulares y decidí no regresarme en el día que tenía previsto sino verlo otra noche más.
Lo cité en mi cuarto del hotel y llegó, este cabrón sabe cómo meterse a los hoteles sin que se den cuenta. Subió hasta el cuarto y volvió a darme un cogidón como sólo el sabía, haciéndome temblar las piernas de placer, hablándome fuerte al oído con su acento costeño, tocando mi cuerpo con sus manos grandes, jalándome de los hombros para darme estocadas más profundas, más intensas, cabalgando su verga mientras siento como inunda mis entrañas con sus líquidos corporales y llegamos ambos al climax.
Cuando me la saca siento que me falta algo, espero unos minutos y lo vuelvo a cabalgar de nuevo, me encantó como recorrimos el cuarto del hotel haciendo diferentes posiciones, como me puso frente a la ventana y ver el mar azul lleno de luz y sentir sus embestidas. Terminamos en el baño, donde después de muchos besos, mamadas, besos negros, el contacto de piel a piel, me hizo una lluvia dorada que me dejo bañado en más de sus jugos. Se fue al otro día al amanecer, cuando yo tenía que dejar el puerto.
Quieren saber que hemos hecho después? Somos un peligro cuando estamos juntos. Volví al mes, pero les cuento luego.
by: DanMachin
Twitter: @danmachindelato