A mí desde morro siempre me había gustado «El Choco» -no es que fuera muy grande, pero sí cinco años mayor que yo-, y es que esa atracción se debía porque era de los pocos amigos que tenía velludos: de pelo en pecho, barba cerrada, piernas peludas y un muy buen paquetote.

Así que cada 8 días que echaban la “cáscara” en la cuadra salía a ver jugar a los cuates para aventarme taco de ojo, y en especial con Choco, ya que siempre iba de shorts que dejaban ver sus piernas peludas o en pants con el cual era muy notoria su verga.

Durante muchos años no pasó más que deleitarme la pupila con él y echar desmadre y las chelas después de cada juego o en fiestas en las que coincidíamos y de vez en cuando mirar su verga cuando iba a miar.

Nuestra relación era de cuates, que se llevaban bien, razón por la cual nunca me atreví a pedirle que me diera chance de chupársela.

Sin embargo, ese día llegó sin planearlo ni pensarlo fue de una manera espontánea. Esa vez estábamos cheleando a las afueras de mi casa, el grupo de cuates que por lo regular nos juntábamos y de pronto llegó El Choco y otro amigo quien comenzó a decir que nos fuéramos a seguir la peda a Garibaldi. Tras un rato de deliberar de si íbamos o no, decidimos ir; así que nos subimos al único carro que teníamos. Todos íbamos amontonados, a mí me tocó junto a Choco, quien iba del lado de la ventana trasera del lado izquierdo.

Ese día ambos íbamos de bermudas, y con la intención de tocar su pierna peluda, comencé a rascarme mi pierna o a rozar su muslo con el mío como consecuencia del vaivén del auto.

Así pasaron unos minutos cuando de pronto tomó mi mano y la colocó en su pierna para que la acariciara hasta que me dijo:

-Quieres tocar algo más?

Yo me quedé callado, pues no quería que los demás cuates se dieran cuenta, así que volvió a tomar mi mano y la puso sobre su verga, la cual ya estaba dura.

Como pudo se bajó el cierre de la bermuda y con su mirada me señaló que metiera la mano para acariciar mejor su falo y huevos; paquetote que pude tocar muy bien ya que no traía calzones.

Mientras le iba sobando la verga y comenzaba a lubricar, comenzamos a platicar sobre esa situación y me dijo que porqué no le había dicho que me dejara manosearlo, pues a él y a otros cuates les gustaba eso.

-Es más luego hasta vamos a buscar a los putos de Vallejo para que nos la mamen. Y si tú lo haces, mejor contigo que te conocemos y hay confianza.

Así llegamos a Garibaldi, yo saqué la mano de su bermuda toda llena de líquido preseminal de tanto que lubricó, por lo que me chupe los dedos.

Al bajar del auto de inmediato nos fuimos al baño para que se la chupara, pero no se pudo ya que había mucha gente, por lo que ambos tuvimos que esperar.

Todo el camino de regreso a casa le fui sobando la verga, la cual era semigruesa, morena, de tamaño medio, recta y peluda.

Al llegar a la esquina donde nos reuníamos y con las ganas de que se la chupara, me dijo:

-Dame chance de entrar al baño.

-Claro, vamos. A penas llegamos a la puerta cuando ya se había bajado la bermuda y vi por primera vez en todo su esplendor ese paquetote bien sabroso.

Así que de inmediato me abalancé a chupársela, acariciar y jalársela. Choco de pronto me agarró de la cabeza y comenzó a mover la cadera para dejármela ir por completo hasta el fondo y no me soltaba hasta que veía que me estaba ahogando.

Yo a su vez acariciaba esas piernas peludas, al igual que sus nalgas, le subí la playera para besar ese pecho peludo y me bajé a seguir mamándosela.

Tome su verga con mi mano, la pelé por completo y comencé a chuparle su cabeza y a comerme todo lo que estaba lubricando. Poco a poco me la fui tragando toda hasta tenerla al fondo. Así varias veces.

Luego le chupé los huevos mientras con una mano se la jalaba y con la otra acariciaba su pecho.

De pronto, él comenzó a chaqueteársela, mientras hacía que le lamiera los huevos, se la jalaba en intervalos de rapidez y lentitud, así hasta que de pronto me dice:

-Ahí vienen, ahí vienen, ponte, abre la boca.

Me acerqué, saqué la lengua y recibí un chorro de leche, la cual salió con mucha fuerza pues me llenó la cara. Me tragué lo que  tenía para comenzar a chupársela para no dejar caer ni una gota y mientras se le iba bajando yo me masturbé.

Ya cuando estaba a punto de venirme me pidió que lo dejara ver y que se los echara en la mano, pues quería sentir mi leche.

Ya los dos desfogados, nos limpiamos y salimos a seguir echando la chela. Ese fue el inicio de una relación de deslechadas.

 

Aventuras de Lederrier

Tumblr: Lederrier1




Por ElChac