Lo que voy a contar, me sucedió cuando yo tenía 12 años. Mi cuñado de nombre Roberto, era impresionante, media más de 1.80, pesaba alrededor de 80k, unas nalgas deliciosas pues jugaba futbol, velludo de pecho y abdomen y unas piernas bien torneadas y muy, pero muy peludas. Se casó con mi hermana mayor cuando yo tenía 10 años. Él trabajaba como supervisor en una compañía de aceros en mi ciudad, por lo cual los turnos eran rotativos, mi hermana al ser tan pegada a la familia, pasaba el tiempo en nuestra casa cuando su marido trabajaba, excepto en las noches.

Yo esperaba ansioso que le tocara el turno de noche, ya que en esa semana mi hermana por temor a quedarse sola se iba a dormir a nuestra casa, su marido llegaba por la mañana como eso de las 10:30 am , solo desayunaba algo ligero e iba a dormir…  a mi cama, ya que yo estaba en el colegio y mi cama estaba disponible, no saben la emoción que yo sentía de llegar a casa después del colegio cerca de las 13:00 horas y verlo tendido ahí, en mi cama, con ese cuerpo de campeonato, esos pelos que no podía dejar de ver, y a veces de rozar con mi mano.  Un día, sucedió algo que contaré más adelante, por lo pronto continuo, lo contemplaba durmiendo en mi cama por minutos, ya que al llegar del colegio, tenía que subir a quitarme el uniforme y bajar a comer, procuraba no demorar más de lo normal, pero a veces no podía, algo se movía dentro de mí ya que solo se ponía para dormir unos shorts pequeños negros, nunca intente tocar nada,  solo le rozaba los vellos de sus piernas y  a veces del abdomen y pecho.  Cuando despertaba a comer subía inmediatamente a mi cuarto, me encerraba y no dejaba de oler la cama donde había pasado horas dormido mi cuñado, ese olor a hombre me parecía de o más encantador,   yo a esa edad no sabía nada sexual, apenas estaba en etapa de desarrollo.

 

Así pasaron los meses, cuando tenía 12 años, un día,  como de costumbre al llegar del colegio, subí a “quitarme el uniforme”, en realidad quería contemplarlo…     me dispuse a hacerlo, una vez que había terminado fui y comencé a tocar sus pies,  subí mi mano casi rozando sus vellos hasta llegar a la pierna, me sentía en el paraíso, comencé a ver que su bulto crecía y dejé de tocarlo, me espanté, inmediatamente me di la vuelta y me dirigí al comedor.. Iba temblando de lo nervioso que estaba….   Así pasaron los minutos y las horas y no  dejaba de pensar en ese momento. `

Dieron como las 16 horas y bajó el a comer…  yo actué como si nada, al final de cuentas él estaba dormido…. Llega y mi hermana quien estaba en la cocina sirviendo la comida para su marido,  le pregunta si había descansado,  él contesta que sí y voltea  a verme  y guiñándome un ojo  le dice “tuve un sueño muy placentero y relajante, como si alguien me hubiera dado un masaje” y se sonríe…   yo me puse todo nervioso, rojo, etc. y me salí a jugar al jardín.´

 Minutos después, cuando termino de comer sale al jardín en esos shorts negros que me volvían loco y enciende un cigarro,   mientras me observa jugar y de pronto en casi voz baja me dice…  

“algún día también tendrás vellos por todo tu cuerpo”, me quede paralizado, no sabía que decir o hacer… él, para calmarme me dice: “no te preocupes, es normal a tu edad tener dudas, pero para la otra tócalos bien, toca lo que quieras”, en ese instante me puse más nervioso y trate de explicar algo que no tenía explicación,  y sobándose el bulto él dice “aquí también tengo vellos,  si algún día los quieres tocar no tengo problema”. ´Acto seguido, se baja un poco el short y deja al descubierto una hermosa mata de pelos negros que me invitó a acariciar,   inmediatamente y sin pensar en nada, no acaricié sino toque descaradamente, mientras el veía por la puerta si alguien se acercaba, después de tocarlo por un rato y por instinto me lleve la mano a la nariz para aspirar su olor a hombre que me volvía loco.

Se escuchaba desde el jardín a mi hermana en la cocina lavando los platos y ordenando. Mi cuñado Roberto se termina el cigarro y me dice con su hermosa sonrisa: “Ya sabes dónde estaré   si quieres seguir tentando puedes ir, al final es tu cuarto y tú sabes lo que haces en él”.

Hice lo que fuera por no subir en todo el día, hice mi tarea escolar, salí a jugar, me entretuve viendo tv en la sala, así dieron las 10 de la noche, hora en que debía dormir y hora en que Roberto saldría a su trabajo. Se despidió de mi hermana con un apasionado beso (el cual envidié), subí a mi cuarto, sin saber por qué me desnudé me impregné de su olor y me quede dormido.

 A la mañana siguiente la rutina de siempre,  el colegio, llegar a mi casa, subir a cambiarme de ropa, y Roberto ahí con sus sexys shorts negros, boca arriba, durmiendo plácidamente, iba de salida de ese cuarto, mi cuarto, para entretenerme abajo, y no rozar sus vellos, ni tocarlo, estaba por cerrar la puerta cuando su voz me frenó: “Ya te vas, no quieres tocar mis pelos”, no dije nada, me quede inmóvil. Cuando pude reaccionar, ya estaba sentado en el borde de mi propia cama tocando los pies de Roberto, incisivamente y sin saber porque comencé a lamerlos, a chupar cada dedo, cada pie, cada milímetro,  “Que rico lo haces nene, sigue”, era  la voz de Roberto ronca, de recién despierto…    “Ahora ve subiendo, lámeme las piernas” y así lo hice, no podía creer que esto estuviera pasando, luego llevó mi mano a su bulto semi duro y comencé a acariciar, a tocar,  se baja un poco l short sin dejar su pene al descubierto y dice: “quieres conocerla?, quieres conocer mi verga y mis huevos?, a lo que no dije nada,  solo bajé por completo el short, dejando al descubierto su hermosa virilidad,  algo como de 18 cms y unos huevos peludos enormes, “si quieres, puedes pasar la lengua por ahí”, no respondí nada, me dedique a lamer todo ese majar de macho.

Seguí sus indicaciones, y ya estaba dando mi primer mamada, evidentemente no podía tragar toda la verga, sin embargo y con su guía fui haciendo mi mejor esfuerzo, así un rato hasta que estalló en leche, me asusté al sentir ese líquido caliente en mi cara, el me tranquilizó diciendo que a todos los hombres les sale “eso” cuando les hacen algo rico como yo a él.     Le dije que tenía que bajar, me respondió que sí, pero que luego volveríamos a hacer eso y me despidió con un rico beso en la boca, me dijo guiñándome un ojo y con esa sonrisa que me mataba: “no olvides limpiarte al cara”.    En esa época nunca, ni siquiera intentó penetrarme, pues sabría que me haría daño, pero eso pasó tiempo después, tal vez algún día cuente el resto de nuestra relación que duró hasta que yo tenía 17 años.

by @tiralatte




Por ElChac