Como la mayoría de los capitalinos que trabajamos en oficinas al centro de la ciudad, me transporto en el bendito metro de la CDMX, es la parte más castrosa de mi día debido a la cantidad absurda de gente que trata de movilizarse para llegar a tiempo al trabajo, si bien son 45 minutos de bastante estrés si te pones al tiro puede ser la relajada que necesitas para empezar o cerrar bien el día, el pedo está así: te vas al final del andén, hasta atras, aquí mientras más gente haya mejor, escoge un vagón que vaya lleno, si es necesario te esperas un par de “metros”, ese es el cover: tu tiempo.  Yo entro a la oficina a las 9 de la mañana, eso me hace transportarme por la línea 9 (café) aproximadamente 7 estaciones a las 8:20 masomenos, está hasta la madre, entonces el desmadre y los arrimones están a la orden del día. Esto me pasó el día miércoles de la semana pasada. Estaba intentando entrar en la estación Ciudad Deportiva, estaba llenísimo y entre tanto cabrón caliente y closeteros tratando de desahogarse con una arrimada antes de llegar a metérsela a sus novias, lo vi, me vio, nos vimos, cabrón de 1.85 mínimo, en sus 40s, canoso, con bigote, solamente tenía bigote, no barba y eso me calentó muchísimo, enseguida me imaginé empinado sintiendo ese bigote en el culo mientras me comía los huevos y el ano, se veía ejercitado, no un monumento de gym pero grueso, fuerte, con mirada dominante, de quien ya sabe que te la va a meter cuando quiera y cómo quiera, me calento verlo tan macho, tan hetero, seguro de sí mismo, me lo imaginé en su oficina con esa camisa abierta hasta el segundo botón emanando vello negro y esos dockers marcándole unas nalgas enormes que después tendría el placer de comprobar que así eran: enormes, pero eso se los cuento luego.

Lo vi subiendo al vagón, me vio y enseguida me paré frente a él, estábamos a menos de 5 centímetros de distancia y nuestras caras quedaban casi juntas debido a que yo mido masomenos lo mismo que él, en menos de 30 segundos nuestros cuerpos estaban completamente juntos de frente, su cara permanecía inmutable, seguro, serio, pero sus ojos ardían, cafés, casi negros, con una mirada casi imperceptible pero totalmente dominante me dio permiso de arrimarle la verga sobre su paquete que se sentía durísimo, y ahí fue cuando sentí como se tensó y su verga se movió casi como dando una clave, en ese momento sus ojos volvieron a dar una orden muy clara: date la vuelta.

No me interesó que todos se dieran cuenta que estaba tratando de pegarle el culo, porque no había razón para que yo hiciera esa maniobra, el metro ya había cerrado las puertas y comenzó a avanzar, el iba sosteniéndose con una mano en el techo y otra en un tubo, yo no iba agarrado de nada debido a la vuelta que hice, subí las manos y me agarré del techo, estaba completamente lleno, entonces mi cuerpo y el de él iban “cubiertos” por los otros cabrones, aunque si pones atención se topa perfectamente que va pasando, mi erección era total, un Wey adelante de mi llevaba una mochila que me permitía no preocuparme por que alguien “non grato” me agarrara el pito, sentía cómo su bulto estaba caliente, y palpitaba, yo trataba de abrir y cerrar el culo para que el sintiera cuánta hambre tenia, nos fuimos así dos estaciones, cada vez más lleno, cada vez más juntos, en cuanto hubo movimiento él aprovecho para bajar rápidamente la mano y acomodarse la verga adentro del pantalón, poniéndosela de lado para que yo pudiera sentirla por completo, después volvió a subir la mano pero ahora yo ya sentía toda esa reata, caliente y curva, hinchada pero aún se notaba que podía crecer más, de pronto el pinche metro se frenó y todos nos movimos a la izquierda, yo no me iba agarrando de nada así que estaba a punto de salir disparado a la izquierda cuando sentí como bajo su mano y me sostuvo de la cadera (casi me vengo por su caballerosidad jajaja) y no volvió a subir la mano, en cuanto todos se volvieron a acomodar el ya llevaba una mano agarrandome media nalga y la cadera, y sentía como me apretaba y respiraba muy cerca de mi oreja, yo me trataba de comer su verga con el pantalón puesto, me arrimaba el bulto mientras me apretaba la cadera, incluso en un momento le valió verga y me mordió una oreja, yo estaba goteando cabrón, pero pasamos centro médico y la gente bajo, entonces se abrió un poco de espacio y creí que todo había acabado pero no me moví, él tampoco se movió, en cambio bajo la otra mano y me agarró del otro lado, me llevaba agarrado de la cadera, los otros weyes nos veían, entre curiosos y calientes, entonces empezó a moverse descaradamente de atrás para adelante jalándome de la cadera, yo seguía con las manos arriba, pegando el culo hacia atrás, llegamos a patriotismo y me apretó dos veces rápidamente con las manos e hinchó la verga, la señal fue clara: bájate.

Llegamos a patriotismo, esa estación siempre ha tenido algo que me calienta, son las luces, bajitas y cálidas, nos bajamos como desconocidos, dimos 5 pasos y yo me puse los audífonos en el cuello, para que supiera que estaba dispuesto a hablarle, nos empezamos a quedar atrás y en ese momento volteó, y me extendió la mano, me dijo – Soy Sebastian, mucho gusto, tienes tiempo? – le dije mi nombre y moví la cabeza asintiendo, solo pregunté donde. Él se sobó el bulto sobre el pantalón y me dijo – aquí, ahorita – Me calentó muchísimo su tono, su voz era perfecta, gruesa y decidida, se volvió a apretar el bulto y me señaló las escaleras eléctricas, avanzamos, yo estaba petrificado del miedo, los nervios y la calentura, yo usualmente soy activo, pero en esta ocasión sentía como mi culo pedía verga, quería tener a Sebastian hasta el fondo y mi culo lo sabia. Avanzamos, yo tomé la delantera y estaba a punto de tomar las escaleras eléctricas cuando me tomo del hombro y me apretó muy fuerte, me dolió y eso me acabo de calentar, me decidí, giré y le dije – a chingar a su madre, metemela – el solo sonrió y se bajo el cierre, no traía calzones el cabron! Se le notaban los pelos de la verga, me quede parado ahí en las escaleras, para ese momento ya no había nadie, el se regreso un poco y en ese momento llego otro metro, se bajaron los Godinez y el se quedó ahí revisando, se volvió a quedar vacío y el volteo, me hizo una seña con la cabeza y dijo -órale- yo confié en él y me volteé, me baje el pantalón y me llené los dedos de saliva, volteé por el hombro y vi cómo se sacó la verga, pitote delicioso, moreno claro y cabezon, con una curva a la derecha que invitaba a hincarte y mamarlo hasta la garganta, se escupió en el pito, yo me llene el culo de saliva y me empujé un dedo de un chingadazo, me dolió, pero no me importo un carajo, me saqué el dedo y me volví a escupir, el ya estaba encima de mi, teníamos máximo 3 minutos para aventarnos la maroma, me levanto la playera, me volví a poner saliva y el volvió a escupir, me toco el culo con los dedos, me metió uno, se lo llevo a la boca y lo volvió a meter, yo estaba volteando como loco, porque ya me estaba entrando el frió de que nos cayera un tira, de pronto, me agarró del cabello, me dio una nalgada y me apretó hacia él y dijo – cálmate cabrón – Otra vez una orden clara y mi instinto fue obedecerlo. Por suerte yo traía el culo limpísimo y recién depilado, igual que la verga, porque en la mañana tuve tiempo extra y me apliqué por si salía algo, no sabia que iba a usarlo tan pronto, pero que alivio me dio saber que estaba limpio y suave.

Me paso un brazo por arriba del hombro agarrandome una tetilla por adentro de mi playera ya muy levantada, el solo se abrió el zipper, yo estaba ahí con los calzones en las rodillas y la playera levantada hasta las tetas, y una pinche erección de caballo que me estaba jalando con una mano mientras me detenía con la otra, y empezó a empujar, a mi se me salió un grito, tenia como 4 años que nadie me penetraba, inmediatamente me tapó la boca con la otra mano y siguió empujando, en cuanto menos me di cuenta ya estaba adentro, toda, palpitando, calientisima, me estaba quemando el culo, pensé que el dolor iba a hacer que me arrepintiera, pero su voz me volvió a convencer, – cómetela todita puto – e inmediatamente el dolor pasó y llegaron unas ansias cabronas de sentirla más y más adentro, me empecé a echar para atrás y con la mano con me jalaba la verga le empece a agarrar los huevos, lo jalaba hacia mi, lo quería más adentro, quería sentir cada vena, sus huevos estaban rasurados, apenas le crecía el vello y eso me calentó más, empecé a gemir y a moverme como perra, usualmente soy dominante, pero estaba irreconocible, mi hambre de pito era mayor a mi vergüenza, me encantaba gemir y sentir su mano en mi boca, sus embestidas eran rapidísimas, me pellizcaba los pezones y de pronto me soltó un manazo en la verga y me puso a delirar, sentía como me dolía el culo pero también pedía más, quería leche, necesitaba sentir como se venía adentro, necesitaba estar todo el día con su semen adentro de mi, y de pronto fue como si me leyera la mente y me dijo – ahí te van, guárdamelos putito – y sentí como su verga se hinchó aún más, me jalo hacia el y me la clavo aún más adentro, me dolió muchísimo, pero sentir su leche fue un alivio para mi lastimado y nada preparado culo, otra embestida y otro chorro adentro, fueron 4 chorros en total los que logre sentir en esos segundos, se recargó sobre mi mientras hacía gemidos ahogados y bufos, me paso la lengua por el cuello y me mordió, sentí su bigote mientras me besaba el cuello, ese cabron sabia cómo calentar a un Wey, sonó el silbato del metro que iba llegando y esa fue la señal.

Se salió de mi, me dio una nalgada y se guardo la verga, se subió el zipper y estaba listo, yo me subí los calzones apresurando, hasta ese momento fue cuando me di cuenta que me había venido, afortunadamente no me manche los pantalones, el cabron hizo que me viniera sin tocarme la verga, me acomode y el metro se paro, efectivamente nadie vio, las personas empezaron a salir y él y yo nos subimos a la escalera eléctrica dejando el spot de nuestro amor atrás jaja, yo seguía temblando y nerviosísimo, salimos de la estación y todo normal, me dijo – estuviste muy bien, pásame tu número – con la sonrisa más hermosa del mundo pero dominante, sabiendo que le habla a su nuevo culito. Le di mi número y me dio un apretón de mano firme y con la otra mano me apretó el hombro, sonrió y solo dijo – te voy a escribir más tarde, atento. – yo solo asentí con la cabeza y le dije nos vemos, él no volteó pero asintió con la cabeza mientras se alejaba hacia diagonal patriotismo. Yo me tarde dos segundos en desapendejarme y me fui a la oficina así, llenito de leche, con las nalgas pegajosas y una sonrisa en la cara, emocionado por pasar todo el día con el semen de Sebastian en el culo, para cuando llegue al elevador de mi edificio ya estaba caliente otra vez.

Me escribió como me dijo, el ordena y yo obedezco. Pero ya les cuento luego, cualquier cosa me escriben por DM.

Big D.

Twitter: @UrtoBenavides

 




Por ElChac